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HOY TEOLÓGICO - Alfonso Luis Calvente Ortiz

SOCIAL

¡DIOS CON NOSOTROS! ¿O NO?

¡DIOS CON NOSOTROS! ¿O NO?
En estos tiempos en los que las Iglesias han sido cerradas para el culto de los fieles. 

En estos tiempos en los que se da una importancia extraordinaria a un virus con cierta mortalidad, dejando olvidados a los que diariamente mueren de hambre, a los que pierden sus vidas en las guerras, a los que viven en la miseria, a aquellos que siguen siendo asesinados en los vientres maternos, a los que por la edad han sido excluidos de la asistencia que precisan.

En estos tiempos en los que se impone la autoridad política frente a los derechos fundamentales de los seres humano.

En estos tiempos algunos se preguntan ¿dónde está Dios?, y olvidan que Dios se hace presente siempre y en todo lugar. Personalmente presente, aunque hoy tan ausente, en los Sacramentos que se nos niegan. Y no se preguntan, ¿por qué los "hombres" no cumplen la voluntad de Dios?

En estos tiempos en los que nuestra amada Iglesia Católica sido confinada, obligada a ausentarse en la vida social y pública.

En estos tiempos, Dios sigue con nosotros. Cientos de sacerdotes mueren y enferman por no negarse a auxiliar a los más necesitados. Miles de religiosos mueren atendiendo a nuestros enfermos sin atender a otros criterios que a la Caridad debida. Cientos de Millones de cristianos siguen orando y ofreciendo sacrificios por la salvación de los "hombres". La Iglesia Católica sigue ofreciendo auxilio a pesar de tantas dificultades impuestas por el orden político.

En estos tiempos, Cristo sigue mirándonos desde la Cruz, y María sigue orando por nosotros a los pies de ella. 

VUELTAS

VUELTAS

La vida es un descubrimiento continuo. Desde que tenemos memoria, en la niñez, y después en la juventud, junto al resto de nuestra vida adulta y anciana, vamos descubriendo el mundo sensitivo que percibimos a través de nuestros sentidos. 

Pero también ese descubrimiento se realiza en otra dirección; hacia uno mismo. Este ir conociéndonos ocurre desde muy temprana edad, a penas con unas semanas de vida nuestra actividad cerebral va formando un entramado neuronal que se mantendrá como instrumento de conexión entre nuestro ser que vamos descubriendo y el mundo exterior, que no solo percibimos, sino que también transformamos.

Somos concebidos en un acto que siempre debería ser culminación del amor. Y cuando pienso en que he sido concebido ese instante determinado, donde debería culminar el amor, me pregunto cuando el gameto masculino "anidó" en el núcleo del gameto femenino; ¿En qué momento aquellas células reproductivas dejaron de ser dos simples células reproductivas y comencé a ser yo?

Yo no me acuerdo de mis primeros años como "neonato"; no creo que nadie lo haga; mucho menos si retrocedemos a nuestra permanencia en el seno de nuestras madres. No es de extrañar entonces, que tampoco recordemos el momento de nuestra concepción. Pero es ahí, en la concepción, donde la razón me dicta que comienza mi "ser".

 Sí, en la concepción la ciencia nos explica como dos células reproductivas de diferente sexo se funden y comienza a desarrollarse un nuevo organismo completamente distinto a un mero conjunto de células. Un organismo vivo completamente distinto de la madre que lo sostiene, que le proporciona las condiciones necesarias para que pueda seguir desarrollándose como ser y ser humano.

El ser humano desde el comienzo de su andadura porta completo un mapa genético irrepetible.Este mapa genético procedente de la concepción marca el desarrollo de ese ser vivo y humano, que desde ese momento de su concepción hasta su muerte tratará de sobrevivir con los medios que tenga a su alcance, algunos, los no natos, no podrán defenderse de un ataque proveniente del exterior y de la propia madre que debía prestarle el auxilio de albergue durante nueve meses. No sólo en determinadas condiciones con la "falta de amor" de la madre o del entorno social, sino también con las condiciones naturales que pueden frustar su vida (Anidación, desarrollo de la placenta, etc) especialmente también con las propias condiciones físicas de la madre por diferentes características biológicas y genéticas.  

Ahora, después de tantos años de supervivencia, de tantas idas y vueltas, comprendo que la dimensión sexual del ser humano esta bien definida en el tiempo por su propia realidad reproductiva. Cuando la dimensión sexual queda controlada o atenuada por los años, la descendencia comienza a ser vista como fruto de un amor sobrenatural, aunque sólo quede en el recuerdo; no se puede amar el fruto y maldecir el árbol que dió el fruto.

Dios nos mira, debe quedar aterrado por tanta maldad y depravación legalmente constituida. No solo el hambre y las guerras que nosotros mismos nos negamos a solucionar, mostrándonos cada vez más indiferentes ante el sufrimiento humano; esta el abominable sacrificio de 50 millones de seres humanos cada año (130.000 en España). Matamos (matar=quitar la vida a un ser vivo) a seres humanos,¿cuántos cientos o miles de millones de seres humanos han sido privados de la vida con el consentimiento y cohecho de sus propias madres madre?

Si la Historia recordará esta época como la época más sangrienta de todos los siglos, y juzgará a la sociedad actual envuelta en su bienestar de depravada explotación, adoradora del Becerro de Oro, hoy el dinero, el poder y la fama; Jesucristo continuará gritando al ser clavado en la Cruz: "Padre, perdónales porque no saben lo que hacen".

¡Sí! contamos con su perdón, con el perdón de Dios siempre que caigamos en el arrepentimiento y propósito de enmienda, pero también debemos recordar que Aquél que es infinitamente misericordioso, también es infinitamente justo.


ESPLENDOR

ESPLENDOR

Cuando intentamos comprender el panorama que contemplamos en nuestro tiempo, es importante discernir con respecto a ciertos presupuestos que no podemos abandonar. La fe que fundamenta los criterios y los valores de los cristianos puede y debe entrar en diálogo con otras posturas que, por diversos motivos, encuentran sus referencias fuera de la experiencia religiosa o de la verdad revelada. Pero lo que tenemos que reconocer es que aquellas posturas que niegan la dimensión espiritual del ser humano y consideran a éste desde distintas perspectivas, siempre, con un transfondo materialista (utilitarismo, positivismo, relativismo, consensualismo, etc.), se mantendrán invariable e irremediablemente irreconciliables con los presupuestos ético-morales que fundamentan y configuran la dignidad para los creyentes. Una dignidad fundamentada en la carne, y ésta como cosa, jamás será conciliable ni equiparable a una dignidad que se ve fundamentada en el espíritu, y éste como ser fundamental.

"En algunas corrientes del pensamiento moderno se ha llegado a exaltar la libertad hasta el extremo de considerarla como un absoluto, que sería la fuente de los valores. En esta dirección se orientan las doctrinas que desconocen el sentido de lo transcendente o las que son explícitamente ateas".

Esta cita de la Éncíclica "Veritatis Splendor" nos sirva de referente. No podemos sino denunciar y poner al descubierto aquellas ideologías y doctrinas que buscan la perdición del hombre. No podemos sino rebatir y desmontar a aquellos cuya conciencia cerrada pretende eliminar todo vestigio espiritual de la vida de nuestros jóvenes y hermanos. No podemos sino "proclamar la Palabra, insistir a tiempo y a destiempo, reprender, amenazar, exortar con toda paciencia y doctrina. Porque estamos en el tiempo en que los hombres no soportan la doctrina sana, sino que, arrastrados por sus propias pasiones, se buscan una multitud de maestros por el purito de oir novedades; apartan sus oídos de la verdad y se vuelven a las fábulas. Nosotros, en cambio, portémonos en todo con prudencia, soportando los sufrimientos, realizando la función de evangelizadores, desempeñando a la perfección nuestro ministerio". (Cif. "Veritatis Splendor" 30)

SUBYACENTE

SUBYACENTE

¡Hablábamos de ideología subyacente. No cabe duda que tras toda actuación político-social existe una ideología que respalda y motiva a los actores.

Y es necesario descubrir cuales son las motivaciones, para bien comprender cuales pueden ser los objetivos y fines reales que en tantas ocasiones no coinciden con los aparentemente mostrados.

El libro de Rocella y Scaraffia nos muestra un indicio de aquello a lo que realmente nos enfrentamos, como católicos, como españoles y como católicos españoles. Ellas lo presentan así:

"El rechazo a mencionar las raices cristianas del Viejo Continente en la Constitución Europea es un síntoma inquietante de una situación muy generalizada sobre la condición de los derechos humanos. Los derechos humanos, a los que hacen referencia todas las organizaciones internacionales, han ido perdiendo a lo largo de los años su característica originaria de código ético y su relación con la Revelación judeo-cristiana y con todo rastro de religión monoteísta.

Poco a poco se han convertido en la base ideológica de un relativismo totalitario que busca eliminar toda referencia a un derecho natural. Los propios derechos se han erigido en una especie de religión laica, de derecho positivo, sobre la que no hay nada parecido a un referente superior al que apelar en caso de conflicto. Ellos mismos son el fundamento, la forma organizada de la nueva conciencia colectiva, que es tal en cuanto negociable y modificable. En defensa de los derechos de la mujer se ha llevado una violenta campaña en contra de la natalidad en el tercer Mundo, y en nombre de la dignidad humana se cometen todo tipo de delitos contra los no nacidos o los que se consideran sin valor.

La Iglesia Cátólica, defensora siempre de los más débiles, se ha convertido, paradójicamente, en el principal enemigo de quienes supuestamente defienden estos derechos, porque desde el Vaticano se apela a una autoridad superior que permita juzgar estos derechos y los atropellos a los que están dando lugar."

EDUCACIÓN

EDUCACIÓN


Nuevamente llegamos al final de un curso y constatamos la terrible realidad del fracaso escolar y la desculturización de nuestros jóvenes. Década tras década, ley tras ley, se pretende cambiar el paradigma de la educación y transformar un sistema educativo en, lo que a mi entender será, un sistema productivo.

Los niños y jóvenes precisan de una formación adecuada y actualizada. Pero ello no quiere decir que la educación y formación de nuestros jóvenes deba de seguir una ideología determinada como la que observo en el trasfondo de las competencias básicas. Sí ideología.

Los sistemas educativos del pasado trataban, con mayor o menor acierto, formar personas y prepararlas para su realización humana integral, esto es, se formaba en atención a la integridad de la persona y a la libre disposición que cada uno ejerciera en la madurez sobre su vida y persona. Si es cierto que los métodos de enseñanza incidían en sistemas memorísticos y relacionales, que a priori no parecen haber funcionado tan mal. Aquellos que fueron educados bajo tales premisas son hoy también maestros, profesores, catedráticos y premios nóbeles.

Hoy parece que el objetivo de la escuela ya no es la formación integral del alumnado. Hoy parece que el fin de la educación y la formación ya no es dotar a la persona de aquellos conocimientos indispensables que contribuyan a su identificación y ubicación histórico-social en arras a la posible realización humana plena. Hoy parece que los niños y jóvenes son ya presa prematura del consumismo productivo y utilitarista ideologizado por unos cuantos.

La realidad, desconocida para tantos, es que el interes gubernamental estriba en mostrar la eficacia de las políticas educativas que implementan, sea al precio que sea. Nuestros jóvenes pasan de curso obligatoriamente aun cuando no hayan alcanzado los mçás mínimos objetivos de la etapa. Nuestros niños no son instruídos en la asimilación obligatoria de unos conocimiéntos básicos que les identifique con su historia, entorno e identidad social.Nuestros jóvenes, hoy serán evaluados por primera vez en base a unas competencias básicas, que ni si quiera aquellos que las idearon saben los criterios que se deben fijar para tal evaluación (de hecho cada centro consensuará los suyos propios.

El descerebramiento de los políticos dirigentes es terriblemente amenazador para la integridad humana y social de nuestra patria. Ley tras ley hemos constatado que los jóvenes cada vez tienen peor cultura y terminan las duversas titulaciones con claras y profundas deficiencias formativas. Hoy constatamos que reforma educativa tras reforma educativa el fracaso escolar, lejos de apaliarse, ha ido creciendo y enquilosando nuestro sistema educativo. Pero nadie da el brazo a torcer. Todos dirán "andamos en el buen camino"; "es preciso profundizar en la implementación competencial"; "hay fracaso escolar porque no evaluamos a los alumnos en lo que ellos ya saben".

Lejos de reconocer las bondades y virtudes de viejos sistemas e identificar aquellas deficiencias y necesidades de actualización, cada día, bajo las tesis progresista y la indiferencia neoliberal, se impone que lo nuevo y último es lo mejor.

Hoy nuestros jóvenes acaban sus ciclos formativos con escasas posibilidades, cada año con menos posibilidades. Hoy los jóvenes no saben, no quieren saber, porque el sistema educativo no les muestra la importancia de ser persona y de formarse como persona. Hoy el utilitarismo gobierna nuestras aulas y pretende gobernar las vidas de nuestros niños.

MASONES

MASONES Dice D. Ricardo de la Cierva que no todos los masones son adoradores de Satanás pero sí todos los adoradores de Satanás son masones.

A lo largo de la historia lejana y reciente de nuestra España, los masones han tenido un protagonismo peculiar. La España cristiana y Católica que siempre se ha distinguido en su unidad de destino, ha sido combatida desde las más inusuales posiciones. Allí donde Cristo se ha testimoniado allí un masón se ha situado para combatir el Reino de Amor, Paz y Vida sembrado en los corazones bondadosos. Los masones pretenden ser un grupo selecto entre los que sólo unos pocos alcanzan el gran conocimiento reservado a aquellas personas de prepotente singularidad. Ideología maléfica que siempre ha combatido al cristianismo, desde dentro y fuera de las filas de éste último. A la masonería no le interesa una verdad sencilla y solidaria, un reino instaurado en el amor al que todos podemos acceder desde nuestra humilde sencillez y en el que todos nos realicemos en plenitud como miembros de la gran familia humana que somos.

Nuestra reciente historia situó a un servil masón en el poder legislativo de nuestra nación. La legalización del aborto, la destrucción de la familia, la incitación a la promiscuidad entre los jóvenes desde las estructuras formativas, las leyes sobre genética y biomedicina y casi la opresora ley de erradicación de la religión (¿libertad religiosa?), han situado nuestra nación al borde del paroxismo relativista, utilitarista y deshumanizado.

La triste realidad nos muestra que aquel servil masón, hoy postergado al olvido, ha sido relevado. Aquellos que hoy sostienen la administración y dirección de nuestra patria, no parecen animados a restituir el valor y nobleza que poco ha poco se ha ido arrebatando a nuestro pueblo. Quizás resulte que entre los masones lo único que les diferencia son los caminos ya que todos persiguen un mismo fin.

EDUCACIÓN

EDUCACIÓN

En la actualidad nos enfrentamos, queridos amigos, a la ideologización de todas las dimensiones de la vida. La negación de lo trascendente obliga a articular una sistematizada ideología que supla el anhelo insaciable de verdad y vida que conforma lo más profundo del ser humano.

 

La educación hoy no pretende formar seres humanos, no pretende configurar y preparar a la persona para su realización en la plenitud de su ser, o cuanto menos dirigirla a ello. La educación no es vínculo y camino para la felicidad. La educación queda reducida al mero talante de la ciudadanía activa y a la pacífica convivencia democrática, a las cuales el futuro ciudadano accederá a través de unas mínimas competencias básicas.

 

La verdad de la vida queda reservada a un selecto grupo de personajes (éstos si áltamete cualificados y formados) que lejos de haberse limitado a esa ciudadanía y competencias básicas se erigen como guardianes y "sacerdotes" del conocimiento supremo que sólo a ellos les está reservado y que solo ellos son dignos de administrar para las numerosas masa de ciudadanos basicamente competenciales.

 

Frente a esta ideologización que unde sus raíces en las más ancestraces actitudes masónicas, Cristo se revela como el portador de la Verdad y Vida Universal. Verdad y Vida cristiana destinada a todos y cada uno de los seres humanos, especialmente a aquellos menos competenciales, menos ciudadanos y menos activos.

 

La educación desde el prisma cristiano es fruto del amor y de un amor incondicional por el prójimo y por ende por toda la familia humana. Enrique Gudín de la Lama publica en los Cuadernos Ucanca Documentación una reflexión sobre la que presento un estracto, y que nos permitirá cuanto menos valorar la enorme distancia que separa la promoción cristiana de la ciudadanía activa:

 

"Educar no es fácil porque esos seres minúsculos, cuyos padres y madres acunan amorosamente embobados, no son un paquete de células envueltos en pañales, ni máquinas complejas con funciones vegetales y animales; y tampoco autómatas a los que se les puede instalar los programas necesarios que repetirán lo que han de hacer una y mil veces sin salirse un milímetro de aquello... Ni siquiera son personas adultas en miniatura que deseen (o acepten) ser educadas. Y muchísimo menos son el zorro del Principito que solicita ser domesticado después de haberle cogido cariño...

Son personas, seres humanos, con todas sus potencialidades abiertas, que ni se han planteado ni se plantearán hasta adquirir cierto grado de madurez, para que están en este mundo y si necesitan o no ser educados.

Educar, ayudar a que un niño, un adolescente, adquiera virtudes, no es trasvasar conocimientos a sus cerebros o someter a ciertas actitudes a sus personas.

Resulta evidente que, hasta en las circunstancias más ordinarias y elementales, la tarea educativa depara sorpresas y situaciones inesperadas, y que es imposible enfrentarse a ellas pudiendo consultar el manual del buen educador -que por otra parte no existe-. Sin embargo, saldremos con éxito de ellas (aunque puede que no acertemos a la primera) teniendo presente una idea madre elemental e imprescindible: lo primero de todo es querer. Querer a quien educamos. Si no, les instruiremos, informaremos, trasmitiremos, capacitaremos, les haremos competentes... pero no les educaremos."

MAR

MAR

Cuando transcurrimos en el día a día de nuestras vidas, envueltos en las tormentosas vicisitudes cotidianas, capeando temporales , estresados y agobiados por tantas vías de agua, corremos el grave riesgo de perder rumbo si acaso no zarpamo ya con rumbo perdido.

 

El Cardenal Óscar A. Rodríguez Maradiaga nos presenta un símil muy útil, si es que, de verás, podemos alcanzar el puerto de la reflexión y tenemos el tiempo que necesitamos para preparar la travesía.

 

En estas nuestras vidas nos ha tocado navegar en esta sociedad que conformamos, sociedad que nos envuelve y en la que nos desenvolvemos. Y tal como le aconsejaba el marinero a Mons. Madariaga "es preciso conocer el mar por el que se navega."

 

El Cardenal nos transmite que: esta sociedad "es un mar agitado bajo el signo de la globalización, de la divinización del mercado, de la brecha entre ricos y pobres, de la agonía de los valores, del olvido de Dios, del intento de fabricarse un dios a la medida de nuestras debilidades, un dios cómplice de nuestra incapacidad de ser auténticamente humanos; una sociedad basada en el hedonismo, a través del cual intentamos tan sólo satisfacer las dimensiones de la supervivencia y del goce, sin darnos cuenta de que estamos convocados a la felicidad y a la alegría de ser partícipes de la creación de un mundo nuevo. "

 

"La sociedad es como un mar proceloso que se agita con la violencia, con el odio, con la guerra preventiva, con el costo social representado por la muerte de tantos inocentes que caen bajo el imerio del terrorismo ofensivo, que toca las fibras más bajas de la supervivencia y despierta el terrorismo defensivo que responde con igual o mayor violencia por los daños recibidos. Una sociedad agitada por la inseguridad. Un ser humano abatido por la falte de certezas. Un individuo que no sabe qué creer ni a quién creer."

 

"Una sociedad tempestuosa que levanta olas cargadas de peligro a través de los medios de comunicación, a través de la fácil prostitución de jóvenes, a través de un comercio de ilusiones que abre caminos permanentes deconsumo a las muy diversas drogas que se ofrecen en el mercado. Una mar indefinida e indefinible, una sociedad como la nuestra olvidada de su origen divino e ignorante de que estamos convocados a la vida eterna."

 

"Una sociedad cargada de corrupción, de acumulación por parte de unos de aquellos recursos que debieran servir para la satisfacción de todos. Una sociedad tempestuosa donde los individuos están convocados no sólo a vender su alma, sino a venderse a si mismo al mejor y transitorio postor."

"Una sociedad que convierte l muerte en un derecho, y lucha por instalar el aborto, la eutanasia, la venta de órganos, como si fueran todos ellos un obligado servicio que debe ser protegido. Una sociedad que después de 2000 años de cristianismo, tiene que observar que el 60% de los seres humanos presentes en el mundo vive en la miseria, defendiéndose tada día por tomar, debajo de la mesa del rico epulón, las migajas que le permitan continuar a su servicio."

 

 Y este es el mar por el que transita nuestras vidas. Y este es el mar donde, como Pedro, nos encontramos con el Resucitado que nos llama a seguirle aún por encima de las turbulentas aguas.

SOHUCIEDAD

SOHUCIEDAD

Una sociedad con varios millones de parados, que mata impune y sistemáticamente a sus hijos más inocentes, que administra la justicia según los colores políticos, que miente con descaro y desde las más altas instancias, que viola los pactos más sagrados, que fomenta el odio y el enfrentamiento entre sus miembros, que impide el ejercicio libre de la religión, que destruye la inocencia de los niños desde su más tierna edad, que azuza las pasiones de los jóvenes, que niega que haya acciones buenas y malas con independencia de tiempo y circunstancias, que convierte la escuela en un instrumento ideológico y el poder político en trampolín para el enriquecimiento personal y el medro de los suyos, que se empeña en no tener hijos, en una palabra, una sociedad cuarteada en sus estructuras básicas y removida en sus cimientos éticos es una sociedad decadente y enferma de extrema gravedad.

Si tal sociedad fuese creación de un pesimista empedernido o fruto de una imaginación febril, no causaría ningún tipo de preocupación y hasta podría convertirse en objeto de estudio y reflexión. Pero si esa sociedad es la nuestra, si es el ámbito en el que vivimos el día a día de nuestro trabajo, de nuestra familia, de nuestras amistades, de nuestros proyectos y de nuestras aspiraciones, entonces las cosas adquieren un dramatismo inusitado y necesita que le apliquemos de inmediato un remedio radical. Por desgracia, esto es lo que nos ocurre a nosotros. Porque la actual sociedad española es la sociedad decadente y gravemente enferma que he descrito antes. Porque en ella conviven y coexisten todas las lacras denunciadas. Y, además, hasta parte de los mismos eclesiásticos no están a la altura de su misión.

Pero esta sociedad, precisamente porque es la nuestra, no debe ser mirada con desinterés, desprecio u odio. Tampoco con un buenismo enfermizo. Necesita ser amada, pero para ser renovada. Ahora bien, dado que las enfermedades que la aquejan son muy graves y tienen carácter de metástasis generalizada, no podemos aplicarle una cataplasma. Y cataplasmas serían todos los remedios que no contemplen una profunda regeneración ética de cuantos formamos parte de esa sociedad. Las estructuras son posteriores al uso y abuso de nuestra libertad. Por eso, ni la justicia, ni la política, ni la escuela, ni la familia, ni la convivencia, ni la economía, ni las finanzas saldrán de la situación calamitosa en que se encuentran si las personas que son jueces, políticos, profesores, economistas, financieros, periodistas y cónyuges no cambian. En caso contrario, haríamos bueno lo que el refranero español sentenció con extraordinaria justeza y sencillez de formulación: “Distintos perros con los mismos collares”. Si quien está enfermo es el perro –la sociedad- es inútil cambiar el material y color de los collares –instituciones y estructuras sociales-. Hay que cambiar a las personas.

Por eso, lo que ahora necesitamos en España con absoluta urgencia es volver a Dios. Tenemos, ciertamente, hambre de pan –paro alarmante–, de cultura –bajísimos niveles educativos–, de bienestar –más y mejores coberturas sociales–. Pero la necesidad más urgente y general es reconocer que tenemos que dar un cambio ético radical, salir de nuestro egoísmo y entrar en la lógica del don, de la gratuidad, de la solidaridad, del respeto mutuo, de la paz social y familiar, de los conceptos de bien y de verdad. Digámoslo claramente: necesitamos reconocernos pecadores, acudir al perdón y reiniciar el camino del bien y de la verdad.

Lo decía san Juan Crisóstomo con su acostumbrada belleza: “Necesitamos confesar nuestros pecados y derramar muchas lágrimas, porque estamos pecando sin remordimiento, porque nuestros pecados son grandes”. La Cuaresma, que acaba de empezar, es una oportunidad de oro. Para todos: ciudadanos, cristianos, eclesiásticos.

+ Francisco Gil Hellín, Arzobispo de Burgos

PECADO

PECADO

El pecado es algo siempre terrible para el ser humano. El pecado nefando es siempre de obligada repulsa y de inexcusable condena, cuanto más, si proviene de los propios pastores y "testigos" de la esperanza de salvación. Pero el pecado, hemos de reconocer que es intrínsico al ser humano, es más podríamos decir que lo caracteríza desde sus orígenes, y que solo a través de Cristo es posible la remisión y la contemplación del humano sin pecado.

 

Pero cuando el pecado que azota a toda estructura y organización humana, se encuentra escandalosamente entre aquellos que se deben a su denuncia y prevención, sin dejar de condenar y reprender con mayor autoridad y rigor, no podemos permitir que se utilice como flagelo sobre Cristo y su Iglesia.

 

El pecado de perversión, abuso y explotación de menores es deleznable, degradante y miserable, cuanto más si proviene de un pastor que debe cuidar y preservar a su grey. Pero resulta que este pecado, esta perversión humana no encuentra su origen y razón en la religiosidad o en el estado de vida del que miserablemente cae en él.

 

Los datos son claros, sólo un 0,02% de los abusos, perversiones y explotación de menores se da por parte de personas que ostentan un cargo o estado religioso. Del resto, el 99,98%, y siempre que hablamos de porcentajes minorizamos la gravedad de los asuntos, millones y millones de niños y niñas de nuestras sociedades y familias son pervertidos, explotados y utilizados sexualmente por personas ajenas al clero o a la profesión religiosa. Es más, si deseamos descubrir la abominación de esta realidad, descubriremos que el 80% de los actos pedofílicos se realizan por personas pertenecientes a la propia familia, o círculo muy cercano, del niño o niña. Papá, mamá, hermano, tío, padrino, vecina, amigo, etc. El resto, cerca de un 20% de los casos de abusos de menores se producen por personas externas al círculo familiar, profesores, monitores, guías, entrenadores, amistades, etc.

 

La deleznable realidad en que encontramos que una de cada cinco mujeres en su edad adulta y anónimamente reconocen haber sufrido abusos sexuales antes de cumplir los 20 años, y uno de cada ocho hombre idem de lo mismo, parece no importar a una sociedad mediatica que tan solo busca excusas para desprestigiar y desautorizar la voz de los sin voz.

 

Caiga toda la justicia sobre aquellos que escandalizan a uno de los más pequeños. Si, toda la justicia, pero sobre "todos". Y quiera con sinceridad de corazón, esta sociedad pervertida y sin rumbo, reconocer la magnitud de cada cancer que la consume y abordar con profundidad la reconversión que pueda hacerla cambiar. 

Apostasía

Apostasía

Leo un texto de Fernando Nellín Iglesias que me recuerda que el abandono de las ideologías del último siglo "ha dado paso a un materialismo economicista y hedonista incapaz de proporcionar la felicidad al hombre y pone en peligro el respeto y la salvaguarda de la dignidad de la persona."

Y esto es así y lo experimentamos. Nuestra sociedad occidental está marcada con el signo de la indignidad. La vulneración de libertades fundamentales como la propia a nacer; la perversión de la sexualidad impuesta a nuestros jóvenes; la imposición de las artes de la muerte a aquellos que deberían dedicar su vida a salvarlas; la disparatada tasa de suicidios, depresiones y neurosis; la sintomática y extendida perversión dirigida contra los menores y siempre más indefensos del mundo; todo ello y algunas apuntes más que en otro momento señalaremos, son consecuencia del abandono de la trascendentalidad, del interés del encuentro con el Otro, de la necesidad de Dios. La apostasía silenciosa, paulatina y generalizada de la amplia mayoría de nuestra sociedad ha dado paso a una incultura y desestabilización moral que empobrece la categoría humana como tal. El Hombre hoy, creyendose dios mismo, se declara autosuficiente hasta la muerte, y decide vivir como si Dios no existiera.

El problema de este Hombre es que Dios existe, y vaya si existe, y de esta forma, gracias a Dios, continuamos esperanzados en la plenitud de la Justicia, el Bien y el Amor.

ENFERMA

ENFERMA

Quiero reproducir las recientes palabras de Monseñor Francisco Gil Hellín que tanto tienen que ver y refieren al último post:

Una sociedad con varios millones de parados, que mata impune y sistemáticamente a sus hijos más inocentes, que administra la justicia según los colores políticos, que miente con descaro y desde las más altas instancias, que viola los pactos más sagrados, que fomenta el odio y el enfrentamiento entre sus miembros, que impide el ejercicio libre de la religión, que destruye la inocencia de los niños desde su más tierna edad, que azuza las pasiones de los jóvenes, que niega que haya acciones buenas y malas con independencia de tiempo y circunstancias, que convierte la escuela en un instrumento ideológico y el poder político en trampolín para el enriquecimiento personal y el medro de los suyos, que se empeña en no tener hijos, en una palabra, una sociedad cuarteada en sus estructuras básicas y removida en sus cimientos éticos es una sociedad decadente y enferma de extrema gravedad.

Si tal sociedad fuese creación de un pesimista empedernido o fruto de una imaginación febril, no causaría ningún tipo de preocupación y hasta podría convertirse en objeto de estudio y reflexión. Pero si esa sociedad es la nuestra, si es el ámbito en el que vivimos el día a día de nuestro trabajo, de nuestra familia, de nuestras amistades, de nuestros proyectos y de nuestras aspiraciones, entonces las cosas adquieren un dramatismo inusitado y necesita que le apliquemos de inmediato un remedio radical. Por desgracia, esto es lo que nos ocurre a nosotros. Porque la actual sociedad española es la sociedad decadente y gravemente enferma que he descrito antes. Porque en ella conviven y coexisten todas las lacras denunciadas. Y, además, hasta parte de los mismos eclesiásticos no están a la altura de su misión.

Pero esta sociedad, precisamente porque es la nuestra, no debe ser mirada con desinterés, desprecio u odio. Tampoco con un buenismo enfermizo. Necesita ser amada, pero para ser renovada. Ahora bien, dado que las enfermedades que la aquejan son muy graves y tienen carácter de metástasis generalizada, no podemos aplicarle una cataplasma. Y cataplasmas serían todos los remedios que no contemplen una profunda regeneración ética de cuantos formamos parte de esa sociedad. Las estructuras son posteriores al uso y abuso de nuestra libertad. Por eso, ni la justicia, ni la política, ni la escuela, ni la familia, ni la convivencia, ni la economía, ni las finanzas saldrán de la situación calamitosa en que se encuentran si las personas que son jueces, políticos, profesores, economistas, financieros, periodistas y cónyuges no cambian. En caso contrario, haríamos bueno lo que el refranero español sentenció con extraordinaria justeza y sencillez de formulación: “Distintos perros con los mismos collares”. Si quien está enfermo es el perro –la sociedad- es inútil cambiar el material y color de los collares –instituciones y estructuras sociales-. Hay que cambiar a las personas.

Por eso, lo que ahora necesitamos en España con absoluta urgencia es volver a Dios. Tenemos, ciertamente, hambre de pan –paro alarmante–, de cultura –bajísimos niveles educativos–, de bienestar –más y mejores coberturas sociales–. Pero la necesidad más urgente y general es reconocer que tenemos que dar un cambio ético radical, salir de nuestro egoísmo y entrar en la lógica del don, de la gratuidad, de la solidaridad, del respeto mutuo, de la paz social y familiar, de los conceptos de bien y de verdad. Digámoslo claramente: necesitamos reconocernos pecadores, acudir al perdón y reiniciar el camino del bien y de la verdad.

Lo decía san Juan Crisóstomo con su acostumbrada belleza: “Necesitamos confesar nuestros pecados y derramar muchas lágrimas, porque estamos pecando sin remordimiento, porque nuestros pecados son grandes”. La Cuaresma, que acaba de empezar, es una oportunidad de oro. Para todos: ciudadanos, cristianos, eclesiásticos.

+ Francisco Gil Hellín, Arzobispo de Burgos

SUICIDIO

SUICIDIO

La noticia de que en nuestra nación la media de hijos por mujer es de 0,7 me ha llevado a la convicción que la sociedad actual, la sociedad española y por extensión la sociedad occidental ha decidido su suicidio. Ha decidido desaparecer, renunciando a su cultura, a su historia, a sus fundamentos y valores, de tal modo que negando la posibilidad de sostenimiento natalicio, como aquel que deprimido decide paulatinamente dejar de comer, se precipita a su extinción histórica.

 

Y esto es así; en una generación nuestra sociedad habrá visto reducida su población foranea en un 62%, en dos generaciones en un 87,5%. Es decir de 10 españoles (trasladense los datos a Canarios, Valencianos, Gallegos, Madrileños, etc) en una generación la población quedará reducida a 3 españoles y en dos generaciones a uno solo de cada 10 actuales.

 

Claro que muchos dicen que la inmigración suple la infame tasa de natalidad que mantenemos. Sí, bendita inmigración. Pero la realidad nos muestra irremediablemente que como sociedad y cultura hemos decidido nuestra desaparición. Si, nuestra cultura y sociedad a través de las próximas generaciones irá siendo trasformada, suplantada, por una nueva que poco o nada tendrá que ver con la cultura, valores e historia de nuestros padres, abuelos y ancestros. De hecho de seguir la tendencia actual sabemos que Holanda en el año 2025 aproximadamente tendrá cerca o más del 50% de su población de origen musulmán; la misma Europa se predice que para el 2040 será de mayoría musulmana.

 

Y es que desde la mal entendida paternidad responsable, mal predicada por algunos de nuestro pastores, y fatalmente aplicada por la mayoría de los cristianos, pasando por el asesinato indiscriminado de los no nacidos y por todas las prácticas y tendencias antinatalistas que propugnan nuestra cultura de la muerte, toda la actividad moral de nuestra sociedad actual se centra en su propia desaparición. Porque sino me dirán quienes son las que van a concebir, parir y criar a nuestros hijos, si las mujeres de hoy son llamadas a la insumisión maternal y a su realización mundana lejos de la natural vocación a la maternidad.

REVERTIR

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En este mundo tan gravemente enfermo. En esta sociedad decadente e hipócrita como jamás en la historia hubo otra. En esta España rota en donde el crimen y el asesinato se legaliza, donde al más inocente y digno de protección y defensa se le desarrolla una ley para que pueda ser eliminado con plena impunidad. En este mundo, digo la Verdad no interesa, la Verdad se encubre y se esconde, se tergiversa y se manipula, la Verdad se presenta en forma de mentira y a la mentira se le otorga la categoría de verdad.

 

Preparamos una ley que permita abortar (matar a un ser humano vivo y con plena capacidad de realización) hasta las 14 - 16 semanas de gestación. Es una verdadera abominación; Herodes parece un pobre infeliz frente al genocidio que se desarrolla impunemente en nuestras sociedades. La vida humana goza en si misma de una dignidad insuperable desde su misma concepción, pero un bebé no nacido de 10, 12, 14 ó 16 semanas es un ser humano con un cuerpo formado similar al de una persona desarrollada plenamente. La eliminación impune de estas vidas es signo inequívoco de una civilización decadente e insensible hasta extremos insospechados.

 

En este mundo que las sociedades occidentales u occidentalizadas creen dominar, en 1960 por cada rico se contaban 30 pobres; con el desarrolla y la innovación tecnológica en 1990 se logró que por cada rico en nuestro planeta debieran de sufrir la pobreza 60 personal. La hipócresía se había lanzado a una carrera sin límites. En nombre de la humanidad y el progreso y tras la idea de la reducción de la pobreza y el desarrollo de los paises tercermundistas, en 1997 se logra que la cifra de pobres en el mundo sea ya de 70 por cada rico. Triste, deplorable y perverso. En nuestro recién estrenado S.XXI la concienciación mundial de la situación de pobreza y necesidad de gran parte de los seres humanos de nuestro planeta ha llevado a la humananidad a un cambio de dirección radical; lo que antes se consiguío a lo largo de un siglo ahora es resultado de 10 años de sobre desarrollo: por cada rico en el planeta tierra 130 seres humanos deben vivir sumidos en la pobreza.

 

Frente a tal panorama entiendo a todos aquellos que retoman las utopías idealizantes de una sociedad posible. ¡Revertir la historia! ¡Reconstruir el corazón y la conciencia humana! Es un Camino ya recorrido. Un Camino ya caminado, pero por tan pocos seguidos.

 

Retomar el Camino de la Verdad y la Vida, "poniendo nombre a la realidad y a las gentes, y nombres de dignidad". Llamando a las cosas por su nombre, a la injusticia Injusticia, a la mentira Mentira, al asesinato Asesinato, a la Verdad Verdad. Con compasión por las víctimas de la injusticia, de la guerra, de la opresión, del abuso y la prevaricación, y cuando son víctimas defenderlas; sí DEFENDERLAS; y "defender a las víctimas es enfrentarse a los verdugos". Realizandose en la vida sabiendo recibir de todos, especialmente de los más pobres y humildes que tanto tienen que darnos. Superando toda arrogancia, expresando y viviento en agradecimiento. Reconociendo que como humanos no somos más que cualquier otro humano.

 

Un Camino verdaderamente de paz y felicidad. Un Camino, decía, ya recorrido, hace casi dos mil años por un tal Jesús, que de Nazaret Caminó hasta Jerusalen y subió a la más alta cota del amor humano y sobrenatural, un Camino que le llevo a la cima del Ser Humano, ahí en lo alto del Gólgota, pendidó en la Cruz, dándose por todos.

POBRE

POBRE

Hay personas que pasan por el mundo, y a pesar de la intensidad de la luz de sus corazones y de laclaridad y grandeza de su intelecto, no llegan a deslumbrar a las gentes ávidas de fáciles mensajes y slogans.

 

Albino Luciani es uno de esos personajes que pasan y parece que se alejan sin más. Sin embargo su pensamiento, su mensaje y la dulzura y grandeza de corazón quedan perpetuados en sus obras, grandes o pequeñas, difundidas o escondidas, pero quedan.

 

(De la carta dirigida a Charles Dickens en Ilustrísimos Señores)

"Ante este cúmulo de problemas, de preocupaciones y tensiones, todavía son válidos -ampliados y adaptados- los principios que tú fomentaste, querido Dickens, aunque un tanto sentimentalmente. Amor al pobre, y no tanto al pobre individual cuanto a los pobres que, rechazados como individuos y como pueblos, se han sentido clase y se han solidarizado entre sí. A ellos sin vacilación, bajo el ejemplo de Cristo, se ofrece la preferencia sincera y abierta de los cristianos.

 

Solidaridad: somos una sola barca llena de gentes muy cercanas en el espacio y en las costumbres, pero en eun mar revuelto. Si no queremos terminar en graves desastres, la regla es ésta: todos para uno y uno para todos; insistir en lo que une, y dejar de lado lo que separa.

 

Confianza en Dios: por boca de tu Marley deseabas que la estrella de los Magos iluminase las casas pobres.

 

Hoy el mundo entero es una pobre casa, y ¡tiene tanta necesidad de Dios!

VIDA

VIDA

Nos acercamos nuevamente a la celebración más trascendente en la vida del cristiano. La Navidad que se acerca es signo de Vida. Celebramos el nacimiento de Aquél que nos trae la vida, y vida eterna. Celebramos que la Vida se hace vida, y el llanto del nacido se transforma en la esperanza de una humanidad desesperanzada.

No obstante, la sociedad española actual, transformada abominablemente, admite más de 112.000 bebés no nacidos asesinados impunemente en un solo año. Nuestros dirigentes políticos y administrativos lejos de reconocer errores se empecinan en fomentar entre nuestros jóvenes y niños un comportamiento sexual promiscuo y libertino. Cualquier niño de 11 años que se acerca a uno de nuestros centros de enseñanza secundaria se encuentra con el primer mensaje que nuestro decadente sistema de enseñanza le propone: "¡Condoneate!". ¡Claro! y si eso falla, pues que no se preocupen, ampliación de la ley del libre e impune asesinato (ley del aborto).

Nuestro refugio, nuestra esperanza frente a tanta injusticia y malignidad, no puede escontrarse sino en aquel humilde pesebre, al cual nuevamente nos acercamos abatidos. Abatidos por tanta injusticia, por tanto egoísmo y tanta soberbia opresora, abatidos pero no derrotados, como buenos soldados de la luz, perdedores de batallas en una guerra que extraordinariamente fue ganada por el Señor de la Vida.

"Porque tú mis vísceras has formado."

"Mi embrión tus ojos lo veían."

"A cada uno pediré cuentas de la vida de su hermano."

"La herencia del Señor son los hijos, recompensa el fruto de las entrañas."

"La Vida se manifestó, y nosotros la hemos visto."

"La Vida se manifestó, y nosotros la hemos visto."

 

 

CIVILIZACIÓN

CIVILIZACIÓN

Termino de leer el libro de Martin Maier "Monseñor Romero Maestro de espiritualidad".  La espiritualidad es algo íntimo y personal pero común; es el vínculo de común-unión entre los hombres de buena voluntad. Maier nos presenta el espíritu, la espiritualidad de Romero, con la que me siento unido íntimamente.

Romero, al igual que otros muchos, fue capaz de hacerse cargo, cargar y encargarse de la realidad del mundo, de nuestro mundo. Mons. Ellacuria la plasmaría con claridad en su último artículo, antes de ser asesinado, y que Maier resume con sencillez en su obra:

"Las soluciones que el Primer Mundo ofrece (al Tercer y Cuarto Mundo) no pueden ser soluciones verdaderas, porque no son aplicables con carácter universal. Es sencillamente imposible que el Tercer Mundo viva solo, en forma aproximada, como el Primer Mundo, porque para ello faltan los recursos naturales y esto conduciría también a un colapso global en el plano ecológico. Solo podrá hacerse como modelo el proyecto de un orden mundial, que pueda aplicarse con carácter universal. Por eso es necesario abogar por una civilización de la pobreza, una civilización de la austeridad compartida. La civilización de la pobreza "hace de la satisfacción universal de las necesidades básicas el principio del desarrollo, y del acrecentamiento de la solidaridad compartida el fundamento de la humanización"   

Estructuras

Estructuras

En teología estamos acostumbrados a manejar el término "estructuras de pecado", aunque parece ser que a menudo olvidamos que una "estructura", y en particular cuando nos referimos a una que presenta una profunda injusticia humana y social, no es más que la organizada convivencia de un conjunto de personas.

 

La pasada cumbre de la FAO, celebrada en Junio, pone de relieve la pecaminosa estructura global que provocamos especialmente el reducido número de personas pertenecientes al primer mundo. Más de 100 millones de personas ven sus vidas gravemente amenazadas por el hambre radical que padecen (de hecho miles de niños mueren cada día como consecuencia directa de la hambruna); más de 850 millones de personas viven hambrientas, de las que 400 millones viven en zonas rurales).

 

En un comunicado de Manos Unidas publicado en la revista Misioneros Javerianos (www.javerianos.org) podemos leer: "Por justicia y dignidad, hay que denunciar el discurso hipócrita de los paises ricos sobrealimentados que con una mano saquean las materias primas y arruinan las débiles economías de los países pobres; y con la otra donan cantidades exiguas de ayuda comparadas con las suvenciones que aplican a la producción, exportación y comercialización de sus propios productos".

Bien podríamos decir: ""Por justicia y dignidad, hay que denunciar la conciencia hipócrita de los ciudadanos de los paises ricos sobrealimentados que con una mano disfrutan de los beneficios que ocasionan la pobreza y la injusticia en el mundo; y con la otra donan cantidades exiguas de ayuda, que parece les permite disfrutar tranquilamente de la sobreabundancia de bienes frente a una inmenso mar de pobreza, hambre y dolor, provocado principalmente por la injusta distribución, disposición y consumo de los bienes del mundo, de los que debemos saber, somos simples administradores."

 

ROSTROS

ROSTROS

La situación de extrema pobreza generalizada, adquiere en la vida real rostros muy concretos en los que deberíamos reconocer los rasgos sufrientes de Cristo, el Señor, que nos cuestiona e interpela:

- rostros de niños, golpeados por la pobreza desde antes de nacer, por obstaculizar sus posibilidades de realizarse a causa de deficiencias mentales y corporales irreparables; los niños vagabundos y muchas veces explotados de nuestras ciudades, fruto de la pobreza y desorganización moral familiar;

- rostros de jóvenes, desorientados por no encontrar su lugar en la sociedad; frustados, sobre todo en zonas rurales y urbanas marginales, por falta de oportunidades de capacitación y ocupación;

- rostros de indígenas y con frecuencia de afroamericanos que, viviendo marginados y en situaciones inhumanas, pueden ser considerados los más pobres entre los pobres;

- rostros de campesinos que, como grupo social, viven relegados en casi todo nuestro "mundo", a veces privados de tierra, en situación de dependencia interna y externa, sometidos a sistemas de comercialización que los explotan;

- rostros de obreros frecuentemente mal retribuídos y con dificultades para organizarse y defender sus derechos;

- rostros de subempleados y desempleados, despedidos por las duras exigencias de crisis económicas y muchas veces de modelos de desarrollo que someten a los trabajadores y a sus familias a fríos cálculos económicos;

-rostros de marginados y hacinados urbanos, con el doble impacto de la carencia de bienes materiales, frente a la ostentación de la riqueza de otros sectores sociales;

-rostros de ancianos, cada día más numerosos, frecuentemente marginados de la sociedad del progreso que prescinde de las personas que no producen.

Mons. Oscar Arnulfo Romero (4ª Carta Pastoral)

Y yo también!!

Y yo también!!

En la actualidad, la falta de comunicación entre las personas afecta e influye, en diversos aspectos, a las formas y a los elementos linguísticos que empleamos en nuestra actividad comunicativa.

 De todos es conocida la novedosa forma de escritura, que la juventud principalmente, utiliza en los sms. También, a traves de internet no nos comunicamos a modo de profundas y sentidas cartas personales, simplemente reenviamos pps o videos que además de trasmitir mensajes, en su mayoría carentes de cualquier huella que refleje la propia personalidad del que lo reenvía, nos amenazan con no se que boberías si no nos integramos en el nuevo sistema de la incomunicación.

En la tradicional comunicación oral, también la tendencia incomunicativa hace estragos: un  tierno y sentido ¡Te quiero mi vida! es respondido con un ¡?Y yo también¿!, como áquel que dice "no voy a ser menos yo que tú"; a una aportación profunda y participativa sobre cualquier tema de cierta trascendencia, asentimos con un !Pues sí! ó ¡Eso es lo que hay!

 La suspensión del pensamiento es la forma predominante de vivir en nuestra sociedad. Me gusta ó no me gusta; Vaya pedorra o vaya bombón; demasiado alto o demasiado bajo. ¡Ah, eso si! A la hora de criticar, juzgar o dictaminar sobre el tema de actualidad, ahí nuestro intelecto se pone a la altura de los más sobresalientes doctores honoris causa y sentenciamos inexorablemente la subrealidad apreciada, la mayoría de las veces con escaso o nulo conocimiento.