Apostasía
Leo un texto de Fernando Nellín Iglesias que me recuerda que el abandono de las ideologías del último siglo "ha dado paso a un materialismo economicista y hedonista incapaz de proporcionar la felicidad al hombre y pone en peligro el respeto y la salvaguarda de la dignidad de la persona."
Y esto es así y lo experimentamos. Nuestra sociedad occidental está marcada con el signo de la indignidad. La vulneración de libertades fundamentales como la propia a nacer; la perversión de la sexualidad impuesta a nuestros jóvenes; la imposición de las artes de la muerte a aquellos que deberían dedicar su vida a salvarlas; la disparatada tasa de suicidios, depresiones y neurosis; la sintomática y extendida perversión dirigida contra los menores y siempre más indefensos del mundo; todo ello y algunas apuntes más que en otro momento señalaremos, son consecuencia del abandono de la trascendentalidad, del interés del encuentro con el Otro, de la necesidad de Dios. La apostasía silenciosa, paulatina y generalizada de la amplia mayoría de nuestra sociedad ha dado paso a una incultura y desestabilización moral que empobrece la categoría humana como tal. El Hombre hoy, creyendose dios mismo, se declara autosuficiente hasta la muerte, y decide vivir como si Dios no existiera.
El problema de este Hombre es que Dios existe, y vaya si existe, y de esta forma, gracias a Dios, continuamos esperanzados en la plenitud de la Justicia, el Bien y el Amor.
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