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HOY TEOLÓGICO - Alfonso Luis Calvente Ortiz

MAR

MAR

Cuando transcurrimos en el día a día de nuestras vidas, envueltos en las tormentosas vicisitudes cotidianas, capeando temporales , estresados y agobiados por tantas vías de agua, corremos el grave riesgo de perder rumbo si acaso no zarpamo ya con rumbo perdido.

 

El Cardenal Óscar A. Rodríguez Maradiaga nos presenta un símil muy útil, si es que, de verás, podemos alcanzar el puerto de la reflexión y tenemos el tiempo que necesitamos para preparar la travesía.

 

En estas nuestras vidas nos ha tocado navegar en esta sociedad que conformamos, sociedad que nos envuelve y en la que nos desenvolvemos. Y tal como le aconsejaba el marinero a Mons. Madariaga "es preciso conocer el mar por el que se navega."

 

El Cardenal nos transmite que: esta sociedad "es un mar agitado bajo el signo de la globalización, de la divinización del mercado, de la brecha entre ricos y pobres, de la agonía de los valores, del olvido de Dios, del intento de fabricarse un dios a la medida de nuestras debilidades, un dios cómplice de nuestra incapacidad de ser auténticamente humanos; una sociedad basada en el hedonismo, a través del cual intentamos tan sólo satisfacer las dimensiones de la supervivencia y del goce, sin darnos cuenta de que estamos convocados a la felicidad y a la alegría de ser partícipes de la creación de un mundo nuevo. "

 

"La sociedad es como un mar proceloso que se agita con la violencia, con el odio, con la guerra preventiva, con el costo social representado por la muerte de tantos inocentes que caen bajo el imerio del terrorismo ofensivo, que toca las fibras más bajas de la supervivencia y despierta el terrorismo defensivo que responde con igual o mayor violencia por los daños recibidos. Una sociedad agitada por la inseguridad. Un ser humano abatido por la falte de certezas. Un individuo que no sabe qué creer ni a quién creer."

 

"Una sociedad tempestuosa que levanta olas cargadas de peligro a través de los medios de comunicación, a través de la fácil prostitución de jóvenes, a través de un comercio de ilusiones que abre caminos permanentes deconsumo a las muy diversas drogas que se ofrecen en el mercado. Una mar indefinida e indefinible, una sociedad como la nuestra olvidada de su origen divino e ignorante de que estamos convocados a la vida eterna."

 

"Una sociedad cargada de corrupción, de acumulación por parte de unos de aquellos recursos que debieran servir para la satisfacción de todos. Una sociedad tempestuosa donde los individuos están convocados no sólo a vender su alma, sino a venderse a si mismo al mejor y transitorio postor."

"Una sociedad que convierte l muerte en un derecho, y lucha por instalar el aborto, la eutanasia, la venta de órganos, como si fueran todos ellos un obligado servicio que debe ser protegido. Una sociedad que después de 2000 años de cristianismo, tiene que observar que el 60% de los seres humanos presentes en el mundo vive en la miseria, defendiéndose tada día por tomar, debajo de la mesa del rico epulón, las migajas que le permitan continuar a su servicio."

 

 Y este es el mar por el que transita nuestras vidas. Y este es el mar donde, como Pedro, nos encontramos con el Resucitado que nos llama a seguirle aún por encima de las turbulentas aguas.

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