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HOY TEOLÓGICO - Alfonso Luis Calvente Ortiz

CIVILIZACIÓN

CIVILIZACIÓN

Termino de leer el libro de Martin Maier "Monseñor Romero Maestro de espiritualidad".  La espiritualidad es algo íntimo y personal pero común; es el vínculo de común-unión entre los hombres de buena voluntad. Maier nos presenta el espíritu, la espiritualidad de Romero, con la que me siento unido íntimamente.

Romero, al igual que otros muchos, fue capaz de hacerse cargo, cargar y encargarse de la realidad del mundo, de nuestro mundo. Mons. Ellacuria la plasmaría con claridad en su último artículo, antes de ser asesinado, y que Maier resume con sencillez en su obra:

"Las soluciones que el Primer Mundo ofrece (al Tercer y Cuarto Mundo) no pueden ser soluciones verdaderas, porque no son aplicables con carácter universal. Es sencillamente imposible que el Tercer Mundo viva solo, en forma aproximada, como el Primer Mundo, porque para ello faltan los recursos naturales y esto conduciría también a un colapso global en el plano ecológico. Solo podrá hacerse como modelo el proyecto de un orden mundial, que pueda aplicarse con carácter universal. Por eso es necesario abogar por una civilización de la pobreza, una civilización de la austeridad compartida. La civilización de la pobreza "hace de la satisfacción universal de las necesidades básicas el principio del desarrollo, y del acrecentamiento de la solidaridad compartida el fundamento de la humanización"   

1 comentario

Dolores: -

Me gustaría leer ese libro. ¡Qué razón tienen las palabras de Ellacuria!: "Austeridad compartida".
Hasta que el mundo no sea consciente de este paso necesario, seguirán aumentando las enormes diferencias entre el Primer y el Tercer Mundo. Precisamente ahora que el sistema capitalista mundial hace aguas por todas partes es cuando habría que hacer más incapié en esta idea que salvaría, y nos salvaría, de esa injusticia que llevamos arrastrando desde hace siglos como el gran pecado de la sociedad occidental.- Pero claro, los ricos, los que ostentan el poder, los pocos en comparación con los millones que están en la miseria, que controlan los bienes y la producción, no quieren renunciar a sus beneficios y a su enorme avaricia.
Espero con ilusión que esa idea cuaje de verdad alguna vez en el conjunto de nuestra sociedad y dejen de intentar vendernos una vida de bienestar y confort que, en lugar de enriquecernos, como individuos y como sociedad,
sólo empobrece más a los más necesitados.