GOL
Algunos de mis conocidos se sorprenden del entusiasmo que me ha suscitado la victoria de España en este campeonato del mundo.
Sí, estoy más que entusiasmado. Este campeonato del mundo es mucho más que una victoria a nivel deportivo que pueda ser interpretada como un logro social deportivo de alto nivel.
Cuando uno vive en referencia a Dios no puede sino interpretar todos los acontecimientos en referecia a Aquél que todo lo tiene presente. El gol de Iniesta, ese simple alargamiento de pierna que impulsa un esférico dentro de la portería de aquellos que otra hora se opusieran a nuestras picas, a sido más que un gol, es más que un campeonato del mundo, es un acontecimiento histórico que a dado la fuerza e ilusión a un pueblo, adormecido por la desidia y el relativismo impuesto, para volver a reconocerse a sí mismo y así valientemente expresarlo.
¡Soy Español! Es el grito unánime de un pueblo que ha visto y sentido en su espíritu el clamor de la trascendencia de ser, y de ser español con todo lo que ello con lleva; a pesar de aquellos que inicuamente empecinados en el error perseveran en la fatal negación del espíritu histórico de España. Hoy, por encima de signos políticos, por encima de coacionés y represiones, más allá de vanas interpretaciones, ser español recobra su genuíno sentido trascendental. Sí, pertenecemos a esta gran comunidad humana con todo lo que ello representa, de bueno para engrandecerlo y de malo para aprender de aquellos fatales errores. Con nuestra historia, con nuestra gallardía, con nuestra plural cultura, con nuestros pueblos, con nuestra religión, con todos y cada uno de los logros personales y colectivos conseguidos a lo largo de tantos siglos de historia.
¿Cómo no ver en ello un signo de los tiempos? ¿Cómo no interpretar un gol, un partido, un acontecimiento, que aunque en sí insignificante enardece y recupera el espíritu conmovido de un pueblo? ¿Cómo pretender que Dios nada tiene que ver en el conmovible corazón de tantos que, fuera de lógica razón deportiva, exaltan la historia que tan señaladamente a mirado al que todo lo trasciende?
Y es que a pesar de que el intelecto y la carne pueden ser entumecidos por la sin razón de irracionales ideologías o por la ilusoria satisfacción de la sobre abundancia pasajera, el espíritu indoblegable siempre gime por su creador. Y es que, este espíritu, nuestro espíritu español gemía con brutal fuerza ante la desgarradora mutilación a la que los nacionalismos exacerbados y las inmorales propuestas relativistas lo estaban sometiendo en las úntimas décadas.
España, si España, ya comenzó a forjarse en el traicionado corazón de D. Rodrigo, estandarte que enardecería el espíritu de D. Pelayo, hierro y sangre de los Católicos, corazón de América, defensora de la Concepción Inmaculada. España borbónica y España Carlista; España republicana y España monárquica, España de Dictaduras y España de democracias; España de cruentos crímenes y España de heróicos salvadores; España de Santos y España de ruínes; España de Españas; España nuestra, de los españoles; España de todos lo que desean amarla; España de Dios y del Ángel de España.
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