JUVENTUD DAÑADA

Y es el mundo él que actúa sobre las familias y específicamente sobre nuestros jóvenes. La oferta de éxito, fama, moda por un lado y placer, entretenimiento y egoísmo por otro, intentan anular la posibilidad de un proyecto de vida cristiano y formal.
Hoy no se tiene en cuenta la sabiduría de nuestros mayores que en otros tiempos aportaban una experiencia de vida completa como guía de los aciertos a asumir y los errores a evitar, sino que se les aísla y en su caso incluso eliminan, desdeñando esa experiencia vital que bien trasmitida encauza el proyecto de vida de padres e hijos.
Los padres somos ajenos a la realidad a la que nuestros hijos adolescentes se enfrentan. "Sí", dirán algunos es la tópica y típica ruptura generacional, pero hay que observar que en nuestro tiempo esta ruptura es abismal e incluye una nueva proyección de un mundo sin Dios en una realidad cada vez menos trascendental.
La juventud, dañada en lo más íntimo e interior de la persona, herida en el alma, discurre caminos en los que Dios es aniquilado por un ateísmo activista y excluyente, que arrasa la tierra y quema la semilla de amor que en ella debería de germinar.
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