En Manos de Dios
Cuando la vida avanza, cuando la meta se vislumbra, el anelo del alma se desvela como una necesidad trascendental.
La vida, fuera de las paternales y maternales manos de Dios, carece de un sentido último.
El mundo se desvive en su algarabía de espaldas a Dios. El sufrimiento humano es indeseable, se escuda, se esconde en un frenético devenir del hoy y ahora fuera de todo cuestionamiento serio de lo que será, de lo que quedará; es un hoy sin mañana.
Las cálidas manos de Dios nos acogen sin más condicionamiento que el amor. Sin Él nada es, nada somos, nada fuimos ynada seremos
0 comentarios