CORRIENTE DE TIEMPO.
La vida, al igual que el saber, e incluso del propio amor terreno, se va poco a poco escapando de nuestras mano, se escurren inevitablemente entre nuestros dedos.
Tan solo la frescura de sentir tal manantial discurrir en nuestra vida, crea un álito, un impulso, una llamada que nos habla de Vida y ésta eterna.
Si somos dóciles y humildes de corazón, y abrimos un espacio en nuestra agetreada y ocupada vida, para leer sobre la verdad de la historia y de uno mismo. Sin duda alguna Jesús, el Cristo de Israel, nos saldrá al encuentro. En ese instante deberemos decidir:
¿Mundo o Dios?
¿Luz u Oscuridad?
¿Amor o amargura?
¿Salvación o perdición?
Es Dios el que pasa, pidámosle que se quede con nosotros y habite en nuestro corazón.
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