Dolorosa
No encuentro mejor modo de recorrer este camino cuaresmal de seguimiento de Jesús que acompañar a María en el camino de Dolores.
¡Vayamos también nosotros a Jerusalén a morir con Él!
Madre DOlorosa, Madre de Tormentos, bien llamada Corredentora de la humanidad. Tú cargaste en tu corazón con la ignominia que pesaba sobre tu Hijo, el pecado de toda la humanidad. Tú sentiste atravesar tu corazón por los millones de bebés arrancados de la vida por sus propias madres antes de nacer, por una humanidad denigrada, degenerada y perversa que permite el genocidio del hambre y el abandono de 1/3 de sus hermanos, por una ingente masa opresora de sus semejantes. Tú madre Dolorosa ante la miseria del mundo, ante inconmensurable angustia del pecado de toda la humanidad no desesperaste y confiaste en la Palabra que te fue dada por el Ángel.
Madre Dolorosa, Madre de Tormentos, permite a este miserable e indigno siervo tuyo acompañarte en tu camino de dolor, junto a Jesús, y enseñame a cargar con la cruz que me corresponde.
La Madre piadosa estaba junto
a la Cruz, y lloraba
mientras el Hijo pendía.
Cuya alma triste y llorosa,
traspasada y dolorosa,
fiero cuchillo tenía.
¡Oh, cuán triste y afligida
se vio la Madre escogida
de tantos tormentos llena.
Cuando triste contemplaba
y dolorosa miraba
del Hijo amado la pena!
Y ¿cuál hombre no lloraba
si a la Madre contemplara de Cristo,
en tanto dolor?
Y, ¿quién no se entristeciera,
piadosa Madre,
si os viera sujeta a tanto rigor?
Por los pecados del mundo
vio a Jesús en tan profundo tormento
la dulce Madre,
Y de Tu Hijo, Señora,
divide conmigo ahora
las que padeció por mí.
Hazme contigo llorar
y de veras lastimar
de sus penas mientras vivo.
Y que por mi Cristo amado
mi corazón abrasado
más viva en Él que conmigo.
Y porque amarte me anime
en mi corazón imprime las llagas
que tuvo en sí.
Y muriendo al Hijo amado
que rindió desamparado
el espíritu a Su Padre.
¡Oh Madre, fuente de amor,
hazme sentir tu dolor
para que llore contigo!
Porque cuando quede en calma
el cuerpo, vaya mi alma
a su eterna gloria. Amén.
(Rvdo. P. Juan S. Clá Díaz)
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