MUTACION
El ser humano es un ser esencialmente inclinado a la felicidad, y ésta, en el amor. La vocación en el amor es una vocación incolmable, sólo alcanzable en su plenitud más allá de la transformación que inexorablemente producirá la muerte.
El encuentro con Dios, la realización en el bien y la comunión con el prójimo son elementos carácterísticos y ontológicos de la criatura humana en su estado primario.
Esta vocación en el amor, la inclinación natural hacia el bien y la realización plena de la existencia en Dios, al que necesariamente hay que reconocer como creador nuestro, se truncan ante experiencias dolorosas de desamor, desencuentro y sufrimiento, a las que nos sentimos incapaces de vencer en el amor.
La libre voluntad del hombre parece realizar una mutación en los niveles más íntimos y profundos de la espiritualidad humana. La natural inclinación al bien, la divina vocación al amor se trasforman en injusto egoísmo, vanidad sin sentido y una especie de pseudoamor de escaparate que permiten compatibilizar los afectos más cercanos con la injusticia, el mal y la terrible realidad de un ingente número de angelitos que mueren de hambre ante nuestras risas y carcajadas, ante el jolgorio y alegría de nuestras opulentas fiestas, bajo el taconeo de nuestros bailes, frente a la indiferencia generalizada.
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