¡VERDADERAMENTE RESUCITÓ!
La vida y existencia de Jesús de Nazaret es un hecho histórico constatable e irrefutable. Sólo aquellos que por motivos religiosos u otros, tales como los que afirman que la tierra es plana ó que el hombre no ha llegado a la luna, pueden dudar de ello.
Pero desde un enfoque historicista, debemos detenernos sobre el hecho en sí que hace que la historia de Jesús transcienda y condicione la historia del propio ser humano: su resurrección.
El hecho de la resurrección de Jesucristo se ancla en la historia, de tal manera que la condiciona y transforma de tal suerte que, casi dos mil años después, más de la cuarta parte de la humanidad celebra efusivamente el hecho en cada aniversario anual.
La historicidad de la resurrección de Jesús no sólo se basa en el testimonio cristiano y en el sepulcro vacío que hasta hoy se conserva. Existen muchos más datos, estudios y referencias que manifiestan el hecho de la resurrección, que sobre otros hechos históricos aceptados sin controversia alguna por la comunidad histórico-científica. Citemos algunos:
* La existencia de múltiples documentos concordantes (cuatro evangelios, multitud de cartas y documentos de los primeros cristianos y distintos documentos históricos de ámbito judío y romano).
* Los datos arqueológicos que sitúan cada lugar citado en tales documentos allí donde dicen estar y certifícan que el sepúlcro vacío es efectivamente un sepulcro judío del siglo primero.
* Las consecuencias que tal hecho tuvo sobre sus testigos y sobre la historia: los testigos fueron perseguidos, torturados y ejecutados por afirmar tal hecho, pudiendo haber eludido la tortura y la muerte con tal de negarlo; la Iglesia fundamentada sobre la resurrección que sigue su curso en el mundo tras dos mil años; la cultura e influencia que ha nivel global ha tenido el mensaje cristiano a partir de tal acontecimiento.
* El hecho de que los detractores de Jesucristo (principalmente el pueblo judío que todavía hoy sigue esperando su mesías) han invertido millones en búsquedas e investigaciones infructuosas en encontrar una alternativa a la historicidad del hecho de la resurrección, esto es, los restos sepulcrales que en su caso deberían haberse encontrado del cuerpo de Jesús.
Todo ello, junto a nuestra fe en que Jesús es el Hijo de Dios, el Verbo encarnado, nos lleva un año más a alzar los brazos al cielo y gritar con inconmensurable alegría ¡Aleluya! ¡Verdaderamente Cristo ha resucitado de entre los muertos!
¡Feliz Pascua de Resurrección!
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