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HOY TEOLÓGICO - Alfonso Luis Calvente Ortiz

San Cirilo, Arzobispo de Jerusalén

San Cirilo, Arzobispo de Jerusalén Bendito San Cirilo que pastoreó la Iglesia de Cristo allí mismo donde se entregó por Nosotros.

Si volvemos nuestras miradas hacia la riqueza de la Iglesia, hacia la vida y obra de tantos Santos y Mártires en el Señor, nos daremos cuenta que todo está dicho y descubierto, que nada más hay que añadir. Lo que nos corresponde es redescubrir tal riqueza, hacerla nuestra y proclamarla a los cuatro vientos, ya que en ella se contiene la verdad de la Vida, ella es Cristo, Verbo encarnado, que nos descubre los misterios que a algunos todavía les parecen insondables.

La actividad de San Cirilo frente a los arrianos fue frenética. 16 veces fue desterrado por alcanzar la verdad ortodoxa de nuestra fe.

Sobre nosotros y nuestro ser San Cirilo nos explica con clara sencillez y hermosa profundidad la verdad de nuestro ser:

¿Quién eres tú?. Como hombre, tú has sido hecho compuesto de alma y cuerpo y, el mismo Dios es autor de tu alma y de tu cuerpo. Debes saber también que tienes un alma libre que es obra maestra de Dios, hecha a imagen de su creador: inmortal por causa de Dios que le confiere la inmortalidad; un ser vivo dotado de razón y libre de la corrupción por causa de quien le otorgó todo ello; con capacidad de hacer lo que desee.

El alma es inmortal. Y son semejantes todas las almas: tanto de los hombres como de las mujeres. Sólo son diferentes los miembros de los cuerpos. No existe una clase de almas pecadoras por naturaleza y otras que actúen debidamente, pues todas actúan según su voluntad y el albedrío de cada una, mientras no hay diversidad en la sustancia de las almas y es semejante en todas ellas.

El alma es libre y dueña de sí misma. El diablo puede ciertamente sugerir, pero no puede forzarla a actuar privándola de la voluntad. Cuando viene a ti el pensamiento de la fornicación, si quieres, lo admites, pero no si lo rechazas. 

Ya has oído, querido, bastantes cosas acerca del alma; si puedes, escucha ahora también acerca del cuerpo. Y no pienses lo que algunos dicen de que el cuerpo no lo ha hecho Dios, y creen que el alma habita en él como en un recipiente que le es ajeno, inclinándose por tal motivo a la práctica de la fornicación33. ¿Qué es lo que ellos recriminan al cuerpo admirable? ¿Qué es lo que le falta de decencia y armonía? ¿Qué es lo que carece de estética en su estructura? ¿No deberán caer en la cuenta tanto de la espléndida configuración de los ojos como de la posición oblicua de los oídos, para poder oír sin dificultad, o del olfato capaz de distinguir olores o también los aromas suaves, o en la doble capacidad de la lengua para gustar de las cosas y para poder hablar, sin olvidar la capacidad pulmonar para respirar el aire sin cesar? ¿Quién dio al corazón su movimiento continuo? ¿Quién anudó los nervios a los huesos de modo tan sabio? ¿Quién asignó una parte del alimento a la reparación de las fuerzas de la naturaleza, destinando otra a la defecación, haciendo cubrir pudorosamente las partes menos nobles? ¿Quién es el que hizo que la débil naturaleza humana pudiese perpetuarse mediante una sencilla unión?

Y no me digas que el cuerpo es causa del pecado. Pues si el cuerpo es la causa del pecado, ¿por qué no pecan los muertos? Coloca una espada a la derecha de un hombre que haya muerto hace poco, no matará a nadie. Ya pueden desfilar, ante un joven recientemente muerto toda clase de hermosuras; no experimentará ninguna lascivia. ¿Por qué? Porque el cuerpo no peca por sí mismo; es el alma quien peca por medio del cuerpo. El cuerpo es como el instrumento del alma, como si fuese vestido y su abrigo: se hace inmundo si es ella la que lo mueve a la fornicación; pero si se une a un alma santa, se convierte en templo del Espíritu Santo. "


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