PILAR
¡Oh María! ¡Hija de Dios Padre!, amparad a la Iglesia, que desde su principio ha reclamado vuestra protección. Reconoced en ella la Esposa de vuestro único Hijo, que la ha rescatado con el precio de toda su sangre. Haced que resplandezca con tal brillo de santidad, que pueda presentarse digna de su divino Esposo, y del precio con que fue redimida. ¡Madre de Dios Hijo! que iluminas a todo hombre que viene a este mundo ¡Aurora brillante de este sol divino! disipad las tinieblas de la herejía y del cisma. Haced que todos sigan la luz de la verdad, y se apresuren a entrar en el seno de la verdadera Iglesia, donde juntamente con Jesús os conozcan con una viva fe, os invoquen con una esperanza firme, y os amen con un amor perfecto. ¡Esposa del Espíritu Santo, que ha reunido en un solo rebaño y en una misma religión, tantas y tan diferentes naciones!, derramad sobre los Principes cristianos y sus ministros la abundancia de gracias, de las que sois dispensadora. Penetrad sus corazones del espíritu de paz y de concordia, que al nacer vuestro hijo se anunció a la tierra. ¡Oh María, Templo de la Santísima Trinidad, toda pura y sin mancha en vuestra Concepción! Mirad con ojos de misericordia a la Nación Española, vuestra nación predilecta, que tanto habeis distinguido de las demás; a pesar de sus pecados, continuad siempre en amarla: mantenedla en la fe católica, apostólica y romana: conservadla en la unidad católica, a fin de que defendida por vuestra gracia de todo error estando al abrigo de toda disensión, y consagrada a servir a vuestro Santísimo Hijo y a Vos con un culto digno, pueda marchar constantemente al fin que le habeis prometido, y merecer teneros siempre por su Protectora en la tierra, y por su Reina y Corona en el Cielo. Así sea.
Omnipotente y eterno Dios, que te dignaste disponer que la sacratísima Virgen María, Madre tuya, entre coros de ángeles sobre esta columna de mármol, enviada del cielo, viniera viviendo en carne mortal: y que esta Iglesia fuese edificada para su honra por el Protomártir de los Apóstoles Santiago y sus Discípulos; te suplicamos por sus méritos e intercesión, nos concedas alcancemos fácilmente, lo que con toda confianza pedimos. Por tu Hijo Jesucristo que vive y reina con Dios Padre en la unidad del Espíritu santo por todos los siglos de los siglos. Amén.
¡Alabada sea la hora en que María Santísima vino en carne mortal a las tierras de España en la ciudad de Zaragoza!
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