TESTIMONIOS
A veces, nos quejamos de la falta de testimonios cercanos. A veces, resulta que andamos ciegos, o a lo más, como burros con orejeras.
Claro que los testimonios a los que nos referimos son testimonios silenciosos, testimonios que si no miramos no llaman la atención. Testimonios humildes, callados en la entrega y la abnegación.
Creo que es importante mirar, encontrar y compartir.
Tantas personas cercanas que en el silencio y el anónimo proceder de sus vidas, dejan una senda de santidad para aquellos que deseen descubrirlas.
Tantas personas, ya quietos y callados sus cuerpos, que testimoniaron hasta la entrega de sus vidas el abandono en Cristo y su fidelidad a la Iglesia.
El beato Francisco Sendra Ivars, presbítero, es una de ellas. Enterrado a pocos kilómetros de mi pueblo natal, martirizado por la fe otros pocos kilómetros más allá. Treinta y siete años le llevaron junto a María a los pies de la Cruz.
El día 4 de Septiembre del año 1936, el cura de Calpe, fue sacado de su casa en Benisa por los milicianos arrancándolo de los brazos de su madre, y en las afueras del pueblo fue torturado horrorosamente, afirmando otras personas de Benisa que oyeron los ayes y confesiones de fe y jaculatorias que el mártir repetía. Sus verdugos, comprobando su inquebrantable fe, antes de asesinarle y dejarlo tendido en una cuneta, le amputaron los órganos viriles tras haberle sometido a muchas vejaciones y burlas.
¡Beato Francisco Sendra, ruega por nosotros!
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