MANOS
Las manos de Jesús curaron y ayudaron a enfermos y necesitados. Las manos de Jesús nos ofrecieron su cuerpo y su sangre para que tengamos vida. Las manos de Jesús quedaron abiertas y extendidas como entrega de amor infinito por nosotros.
Nuestras manos son, ciertamente una maravilla, expresivas, hacendosas, pero frágiles. Las manos son dóciles, y se prestan a todo, también al mal. Hay manos que aplauden y manos que amenazan, manos que alagan y manos que abofetean. Las manos se prestan a todo: a construir y a destruir, a acariciar y a matar. Hay manos que ensucian, estropean y ajan cuanto tocan. Qué desastres si ponemos las cosas en malas manos, débiles y frágiles, o en manos duras y tiránicas.
El cristiano ha de tener mano firme, aunque siempre suave y amorosa. La suavidad y el amor son compatibles con la firmeza. Mano firme no es mano dura, ni mano tiránica ni dictatorial. Necesitamos hombres y mujeres de mano firme, de los que nos podamos fiar, a quienes podamos confiar asuntos serios.
Somos frágiles. Estamos rodeados de dificultades para mantener nuestra fe y la integridad de nuestra vida cristiana. Hoy muchos vuelven la espalda y se alejan del verdadero Dios, buscando otros dioses que ellos mismos fabrican. Del verdadero Dios ni hablar siquiera. Todo lo que no sea Él puede consentirse, todo puede aceptarse. Todo se vende: la inocencia, la fidelidad, el honor, la honestidad, el mismo juramento.
Busquemos fuerza en el Señor: ”Nuestro auxilio es el nombre del Señor”.”Baje a nosotros la bondad del Señor y haga prósperas las obras de nuestras manos”.”Los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas, les salen alas como de águila, corren sin cansarse, marchan sin fatigarse.” La Virgen María es la mano tendida de Dios a nuestra debilidad; “Oh Adonai, Dios fuerte: ven, alárganos tu mano y sálvanos.”
0 comentarios