CALOR
En un clima tan privilegiado como el de Tenerife, se olvidan pronto las inclemencias del tiempo bajo las que tantas personas viven de una forma u otra.
Acabo de llegar a mi tierra natal, la blanca costa mediterranea. El calor es húmedo y pegajoso, se adhiere a la piel y es imposible desprenderse de él en todo el día en situación de actividad normal. Me ha venido a la memoria aquellos felices ratos de calor que hace poco pasaba en la costa pacífica de El Salvador.
Calor Salvadoreño, calor si, pero un calor desprovisto de tecnología y colmado de simpleza y humilde y natural condición de vida. Calor no veraniego, calor en si portador de una forma de vida que se me antoja por su simpleza y autenticidad más cercana a Dios.
El calor es un alta temperatura no cabe duda. Pero hay distintos tipos de calor. Nunca sera el mismo calor el del necesitado abrazo fraternal que el acalorado desprecio de la destructora ira y el asolador rencor.
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Anónimo -
rm -