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HOY TEOLÓGICO - Alfonso Luis Calvente Ortiz

De Juana

De Juana

De Juana, el asesino, el etarra, aquél que sesgó la vida de 25 compatriotas, fue juzgado y encarcelado, sí. Uno puede pensar que cuanto menos no volvería a pìsar la calle hasta ver su vida convertida en la vida de un anciano. Quizás se pudiera haber pensado que cuanto más cumpliría 30 años de prisión, o que menos que 25, uno por cada vida que premeditada, meditada y criminalmente mutiló de esta tierra.

 

Pero como empezamos a acostumbrarnos, triste y terrible costumbre esa, en esta sociedad es la víctima inocente la que siempre tiene que perder, la que ve vulnerados todos sus derechos y nada puede reclamar. Aquellos hijos a los que se les privó de sus padre para el resto de sus vidad, aquellos padres a los que les fueron arrebatados sus hijos de sus brazos para el resto de sus vidad, aquellos hermanos, familiares, amigos, que realmente se ven condenados a la cadena perpetua de la ausencia de sus seres queridos, deben contemplar la sonrisa sarnosa de un criminal no arrepentido que los mira con desprecio y escupe sobre las tumbas de sus víctimas, alabando y enalteciendo a aquellos que le ordenaron matar.

 

Parece que nos encontramos en un momento histórico muy peculiar, en el que las personas comunes nos hemos resignado a la injusticia, venga de donde venga, Aquellas manos blancas, aquellos ¡basta ya!, parecen hoy un lejano recuerdo del ¡qué le vamos a hacer! ó del ¿dónde vamos a llegar?. 

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