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HOY TEOLÓGICO - Alfonso Luis Calvente Ortiz

DESLAVE

DESLAVE

Vuelvo del mundo real a este mundo en donde parece imposible que la mayoría de nuestros hermanos, que conforman la gran familia humana, no puedan disfrutar de nuestras comodidades; al mundo en donde los niños juegan en los parques y las calles cuando no van a la escuela o se enchufan a sus PSP, Wii o vaya usted a saber que otra chaladura, mientras que en el mundo real esos niños mueren de hambre sin ver una escuela en sus vidas, malviven en chabolas de caña y chapa sin agua a decenas de kilómetros de un trozo de asfalto, niños que desde los 6 ó 7 años agarran un gran machete y se emplean en cortar caña, niños que viven realidades dramáticas mucho más allá de nuestra imaginación.

 

Y nuestro mundo virtual, de un modo muy paternalista se preocupa del mundo subdesarrollo, cuando la injusticia impera en nuestras vidas, porque la injusticia forma parte de ellas, porque el subdesarrollo de la amplia mayoria global es producto necesario del cómodo sobredesarrollo de nuestra minoría. Vivir en la sobreabundancia de nuestra sociedad sin preocuparnos que todo lo que aquí sobreabunda, y que allí les ha sido arrebatado precisamente para que aquí podamos nadar en la opulencia y en el exultante consumismo edonista de nuestra sociedad, es la más honda injusticia del pecado estructural de la humanidad occidentalizada.

 

Parece necesario un deslave completo de la cultura y civilización occidental. Deslave de nuestra cultura y costumbres, deslave de nuestra mente y manera de pensar, deslave de cada uno de nuestros corazones, para que de nuevo tengamos la oportunidad de construir una vida justa frente al mundo real que tantos se empeñan en negar.

 

Deslave; deslave que en otros lugares supone la desaparición o desplazamiento de poblaciones completas, la muerte de muchas personas, la desaparición de los sueños y esperanzas. Deslave que en nuestro caso debería suponer la desaparición o desplazamiento de todo lo que no suponga un acercamiento a la justicia global, la muerte del egoísmo el nihilismo y la soberbia, y la desaparición de toda conceptuación que pueda suponer un segregacionismo humano. 

2 comentarios

Alfonso Luis -

Y, de ahí, el necesario deslave de nuestras vidas. Derrubio imprescindible el de nuestros corazones, para poder finalmente emprender el camino que trasforme nuestra vida en la del "pobre entre los pobres, para servir al más pobre".

opusprima -

Todo cuánto dices es una auténtica realidad que, quién la ha experimentado (estando en estos países) tiende a olvidar inmediatamente cuando regresa a su mundo de comodidad. El espíritu ONG que hay en todos nosotros cuando nos muestan esta realidad es lo máximo que estamos dispuestos a dar. No damos más de lo que nos sobra, no sea que por dar vivamos como ellos.