REFERENTE
Hace unos días me quejaba de la falta de testimonios de vida válidos para los jóvenes y no tan jóvenes de hoy. Al acercarse las fechas en las que iniciaré mi viaje a Centro América con la "Obra Misionera del Santo Hermano Pedro", no puedo sino referirme a la vida que este maravilloso Canario presentó al Padre, en 1667, como maravilloso referente de donación total al prójimo en la Caridad y el Amor de Dios.
Claro que esta vida, como la de tantos otros, son actualizadas por testimonios contemporaneos, pero que sin la difusión y conocimiento necesarios pasan desapercibidos para la mayoría de los que tan necesitados estamos de sana inspiración. Ya iremos hablando de ellas:
Corría el año 1651 cuando un humile emigrante canario, rodilla en tierra, a las puertas de la ciudad de Santiago de Guatemala, besaba aquella bendita tierra que lo recibía. Cuenta la crónica que en el momento de apoyar sus labios en tierra un estruendoso bramido surgio de las profundidades geológicas y dio lugar a una serie de terremotos que continuarían a lo largo de varios días, de lo que dio razón el tal Pedro de San José de Betancour por la entrada de tan gran pecador en aquella ciudad y la indignidad de aquellos labios que se posaban sobre esa tierra.
Pedro había salido dos años antes de Tenerife. Nacido en un pueblecito montañes de la Isla, Vilaflor, se dedicó en su juventud al pastoreo de cabras y ovejas, quedando constancia ya en esa humilde actividad de la piedad y mortificación con que deleitaba su entrega a Dios.
Salió Pedro de Tenerife y se dirigió a las misiones con intención de ordenarse sacerdote, cosa que le fue en todo imposible por su curiosa incapacidad de retener las letras a pesar de su indudable erudicción y espiritualidad misionera: “Ha de ser poderoso lo indomable de esta ruda potencia, para precisarme adejar, lo que comprendí por Dios, por mi salvación, y por amor a el prójimo.”
Habiendo ingresado en la Orden Tercera Franciscana, su piedad y devoción fue escándalo entre sus hermanos y conciudadanos. Conmovido por la miseria y abandono de cuantos eran dejados en la calle por los hospitales reales, quiso Dios que fundara con humildes y desvalidos recursos un hospitalito en una casita de techumbre de paja que pudo comprar con limosnas. Aquel, desprovisto de todo recurso material, hospital, hacía las veces de Escuela para niñas por la mañana y colegio para niños por la tarde.
No es otra vida la del Santo Hermano Pedro que la de una caridad fervorosa, una entrega incondicional al enfermo, pobre y necesitado, que alcanzaba medida sin parangón cuando con su propia boca limpiaba las heridas supurantes de los convalecientes. Vida de Santo, si, vida en la providencia, rara piedad encontrada sobre la tierra, rodeada de una admirable prudencia y una justicia integérrima y fortaleza constante. Vida toda ella oración, toda ella configurada y abandonada en Cristo, en castísima pureza y pobreza extrema, humildad profunda, raras mortificaciones, extraordinarios ayunos, singulares vigilias y sanrientas disciplinas, en una profunda devoción y entrega a la salvación de las almas especialmente a las benditas ánimas del purgatorio. Vida enamorada y entregada a María, a la Eucaristía y a los misterios de Dios que descubrió especialmente en la contemplación del misterio de Belén y del Calvario: “De Belén al Calvario, Cristo hizo itinerario.”
El 20 de Abril de 1667 Pedro de San José Betancour muere en Olor de Santidad dejando regla de vida a sus Hermanos de Belén, siendo el fundador de la Orden Religiosa de los Hermanos de Belén, eregida en Orden de Hospitalidad de la Bienaventurada Virgen María Señora de Belén por el Papa Clemente XI el 3 de Abril de 1710.
“Concedeme, buen Señor, Fe, Esperanza y Caridad, y pues sois tan poderoso, una profunda humildad, y antes y después de aquesto que se haga vuestra voluntad. (Santo Hermano Pedro de San José Betancur).
3 comentarios
Alfonso Luis -
http://blogs.periodistadigital.com/quepiensanlaschicasdehoy.php/2008/03/10/p150179#more150179
Alfonso Luis -
Verdaderamente tanto Latinoamérica como África son continentes en los que, gracias a Dios, la seducción del mundo no alcanza la fuerza que en nuestras tierras impide a tantos lanzarse sobre la vocación a la que indudablemente están llamados.
Nuestras oraciones para que Dios envie trabajadores!
Un abrazo en Cristo Jesús.
reina maria -