PROFUNDIZAR
Profundizar en el conocimiento de la sana Doctrina de la Iglesia, que no es otra que la doctrina de nuestro Señor Jesucristo, debería ser hoy, más que nunca, una necesidad irrenunciable, más aún, una obligación para cualquier cristiano que desee acercarse a la contemplación de Cristo resucitado, presente hoy, ayer y siempre en todo acontecimiento en el que el hombre, su amado, se ve implicado. Presente hoy, como lo era ya en las primeras comunidades cristianas, de forma real, y sustancial en la Eucaristía; tan olvidado, sin embargo en otros aspectos de nuestra vida..
En la encíclica "Deus Cáritas est" los principios de Justicia y Caridad, y las relaciones que en la actualidad ambos mantienen en las distintas facetas socioculturales del hombre, se insertan en la verdad que resplandece sobre toda consideración: Dios es Amor.
Dios es amor, y Jesucristo, el amor de Dios encarnado. La Iglesia no puede ser otra cosa que la propia expresión de Jesucristo, y por tanto, la expresión del Amor, la realización humana del amor. Amor a Dios y amor al prójimo como la manifestación del amor Trinitario, que no puede ser concretada más que en el ejercicio de la caridad.
La caridad cristiana va más allá de la reparación y de la restitución, trasciende la simple asistencia benéfica a favor de los que sufren y pasan necesidad. La expresión del Amor no puede prescindir de acto o acción alguna, debe inundar todo pensamiento y necesita abarcar toda dimensión humana. Nuestros actos deberían fundamentarse en la caridad y en el amor de Dios, reflejando así la habitación del Espíritu en nuestras vidas.
Insuperable programa, Dios es amor, la Iglesia es amor, tú y yo debemos dejarnos transformar en ese amor e inundados en él enamorar a la humanidad. Ser la sal de la Tierra, el amor de la humanidad.
"El orden justo de la sociedad y el Estado es una tarea principal de la política". La política de esta forma solo puede lograr su objetivo desde una profunda transformación en el Amor. Esta transformación sólo puede ser conseguida a través de un único camino, la Caridad. Se convierte así en deber cristiano, específicamente del cristiano laico, el compromiso de transformación de la vida política y social hacia su objeto fundamental, la justicia social y mundial, solo alcanzable a través del profundo y verdadero Amor: "Deus Caritas est".
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