¡Ay, Fortea!
¡Ay, Fortea! Me levanto esta mañana con mis casi 42 años, ¡Tantos perdidos! ¡Tantos, olvidados entre zarzales de espesura indiferente!
Desde la suave bajada que se me presenta tras el promontorio cuarenta, bajada que espero me haga descender hasta las más profundas fosas del dolor y el sufrimiento de mis semejantes, hasta los inexplorados basureros de las grandes urbes subdesarrolladas donde despojos humanos desesperan de una mano amiga, desde esta suave bajada, decía, se me presenta un horizonte maravilloso, todo novedoso, todo por descubrir desde una mirada que ya solo espera depositar su cansado anhelo de amor en los brazos de su Amado.
¡Ánimo José Antonio! Las redes del Enemigo sobrevuelan el meridiano de la vida de los soldados del Amor. Pero el arma de la experiencia y de la certeza final permiten en la madurez de la batalla nuevas victorias que nos llevan a territorios de conquista sin explorar.
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