Blogia
HOY TEOLÓGICO - Alfonso Luis Calvente Ortiz

IGLESIA II

IGLESIA II

El texto "¿Qué pasa en la Iglesia?" comienza presentándo "una profunda crisis en la Iglesia católica". Con diversos argumentos pragmáticos, pruebas de apostasía, y hasta un reciente estudio de Demoscopia, se nos pretende presentar, como es habitual en ciertos sectores sociales, a la Iglesia como entidad destinada a obtener un reconocimiento mundano y una valoración pragmática, que verdaderamente poco o nada tendrá que ver con la realidad del Reino anunciada por Jesucristo.

 

El texto arranca de un posicionamiento que presenta a la Iglesia como una institución manejable. Presentan una eclesiología, inexistente en fundamento, que simplemente pretende, renunciando a la observancia del Misterio Eclesial, mostrar a la institución preocupada por encuestas ante las que "no pretenden ellos que lo harían mejor".

 

La premisa de la Iglesia como institución en crisis les es del todo necesaria a los autores, ya que como deben reconocer "a lo largo del Cuaderno pretenden analizar esa crisis".

 

Tengo que decir que el concepto de Iglesia que manejan me resulta del todo inadecuado e impropio de una seria reflexión teológica. Más adelante harán alusión a la falta de espiritualidad, al olvido de la caridad, a la sobre importancia de la jerarquía, a la división y socialización de los cristianos; pero es que desde el punto de partida del que arrancan es imposible otra visión de la Iglesia. Después apelarán al Concilio Vaticano II, pero olvidan la propia naturaleza de la Iglesia y su propia ontología.

 

La Iglesia no puede ser más que mirada con los ojos de la Fe para alcanzar a vislumbrar, apenas, la realidad trascendental que representa y que escapa en su plenitud toda percepción mundana. "La Iglesia es en Cristo como un sacramento o señal e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad de todo el género humano."(LG 1) Sólo desde esta realidad podemos alcanzar a observar de un modo objetivo la realidad eclesial, sus problemas y consecuencias, y la siempre necesaria conversión que sólo alcanzará su plena realización en el encuentro final con el Resucitado, en la gloriosa parusía que esperamos.(Cf LG2).

 

No cabe duda que la descristianización de la sociedad europea no deja indiferente a nadie. Pero para estos "sigue habiendo demasiadas voces que prefieren desautorizar la realidad y enrocarse en torno a unas minorías ajenas a la historia". La actitud eclesial que percibo es muy diferente a la que se pretende describir en el documento. Es cierto que como humanos erramos, y erramos, y no dejaremos de errar, y siempre deberemos de revisar nuestro testimonio y reconocer y corregir lo que en verdad sea corregible. Pero creo que en lineas generales esta es la labor que la Iglesia realiza y ha pretendido realizar en los últimos tiempos con mayor o menor acierto. Creo que el balance es muy positivo: los laicos han logrado un esperado protagonismo a través de la necesaria formación teológica y religiosa, que debido a la generalización de los medios y sistemas educativos han podido alcanzar en la actualidad, siendo valorados y tomando un protagonismo activo a través de movimientos, responsabilidades, Consejos parroquiales y Diocesanos, etc; al mismo tiempo se ha tomado conciencia, es verdad que todavía no suficientemente, de la necesaria austeridad testimonial en la vida de los cristianos, y se ha situado a la caridad, especialmente hacia los más desvalidos y necesitados, como necesario icono identificador del cristiano (vease la importancia que la D.S.I. ha adquirido en todos los ambientes teológicos y eclesiales, las campañas de austeridad y los últimos testimonios magisteriales como "Deus Caritas Est").

 

Dicen que "la Iglesia se revela demasiado incapaz de suscitar que los cristianos sean gentes con experiencia espiritual, y que prefiere protegerse por un poder y una autoridad totalmente extrínsecos, y sintiéndose perseguida cuando la sociedad no se los concede." No quiero decir que no sea importante la labor pastoral que queda por realizar y en la que todos, principalmente laicos, estamos responsabilizados. Pero creo que la inquietud espiritual y la mística cristiana nacen más bien de un encuentro personal y profundo con Jesucristo Resucitado. De poco valen las exhortaciones, reflexiones, homilías, llamadas, métodos y ejercicios, que sobreabundan en nuestras Iglesias Particulares, si el tesoro anhelado por el cristiano no es Cristo mismo, y en Cristo su Iglesia; ahí se ven realizadas las palabras de nuestro Señor, "Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón"(Mt 6, 21). Y es que no hay fuerza humana que doblegue la voluntad de un corazóm empedernido, sea en uno u otro sentido. La respuesta espiritual del cristiano nace de una inquietud personal de busqueda de aquel tesoro escondido del que nos hablan los Evangelios.

 

Quien pretende el reconocimiento de las encuestas y estudios, y la aceptación transigente como valor socializable, por encima de la fidelidad a sus propios pastores, queridos y sostenidos por la misma Providencia, tenga en cuenta las palabras del Apostol: " No os olvidéis de hacer el bien y de ayudaros mutuamente; ésos son los sacrificios que agradan a Dios. Obedeced a vuestros dirigentes y someteos a ellos, pues velan sobre vuestras almas como quienes han de dar cuenta de ellas, para que lo hagan con alegría y no lamentándose, cosa que no os traería ventaja alguna. (Hb. 13, 16-17)"

 

No permita Dios que ninguno de nosotros llegado el final de nuestros día seamos contados entre aquellos a los que el mismo Apóstol también advertía: "El fin de este mandato es la caridad que procede de un corazón limpio, de una conciencia recta y de una fe sincera. Algunos, desviados de esta línea de conducta, han venido a caer en una vana palabrería;  pretenden ser maestros de la Ley sin entender lo que dicen ni lo que tan rotundamente afirman. (1 Timoteo 1, 5-6)"

 

0 comentarios