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HOY TEOLÓGICO - Alfonso Luis Calvente Ortiz

TULLIDA

TULLIDA

No se bien en el contexto en que Albert einstein dijo que "la ciencia sin religión se encuentra tullida, y la religión sin ciencia es ciega", pero entiendo que esta afirmación al igual que aquella otra en la que afirmaba que es más fácil lanzar un monton de tornillos y chatarra hacia el cielo y que caiga como una locomotora perfectamente ensamblada y montada que el mundo y universo que el contempló fuera producto de una casualidad, responden a la profunda inquietud y cuestionamiento personal que por encima de toda tesis científica conformaba la vida del genio de la física.

 

Nunca he encontrado oposición entre ciencia y religión (quizás deberíamos de hablar de teología y ciencia), ni entre fe y razón. Siempre he bien entendido que los campos y dimensiones que configuran el ser humano con respecto a la religión y a la ciencia son bien distintos y diferenciados y quedan libres, en un uso limpio y bien intencionado de cualquier interferencia mutua.

 

Como hombre de profunda fe, contemplo la ciencia, al igual que el entendimiento y la razón, como un don de Dios que permite al ser humano acercarse a su creador y contemplar las maravillas de Su hacer eterno.

 

Como persona que demuestra un profundo respeto y un gran interés por todo avance científico, contemplo la religión como aquella dimensión trascendental del ser humano, que por propia definición, queda fuera del objeto y de las posibilidades de la ciencia.

 

Bien es cierto que cuando ciencia o religión traspasan sus propios campos que los dimensiona, dejando de ser ciencia y dejando de ser religión, dan lugar a conflictos que nunca debieran haber surgido.

 

Cuando hago presente la afirmación del Génesis que nos manifiesta que: "El Señor Dios formó al hombre del polvo de la tierra, le insufló en sus narices un hálito de vida y así el hombre llegó a ser un ser viviente"; y contemplo los maravillosos descubrimientos paleontológicos y las maravillas que nos presentan las distintas teorías sobre la formación y la evolución de las especies, no puedo sino que estremecerme al contemplar, en lo que la ciencia nos presenta, el eterno acto de hacer de Dios.

 

 

 

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