MIES
Ayer noche participé en la cena de fin de curso del Instituto en el que doy clase.
El encuentro fue muy cercano; alumnos, algunos profesores, padres, compañeros y amigos. Unos pocos reunidos en torno a una mesa. 50 personas compartiendo y celebrando la dicha de vivir en común y el deseo de acercarse a los más necesitados.
El ágape fraternal fue el culmen de la campaña que los alumnos del Instituto han llevado a cabo este trimestre en favor de los más pobres y desprotegidos. En medio de una sociedad que parece sólo brindarnos la justa preocupación por lo nuestro, por nuestra comodidad y bienestar, mientras algunos se desplazaron a los Cristianos (pagando hasta 55€ por entrar al concierto del Canto del Loco), otros pensaban que su candidatura al rey o reina del cotarro requería toda su atención y disponibilidad, y los más tenían cosas mejores que hacer. Así, unos pocos compartimos, reímos y pasamos un buen rato, sabiendo que lo que nos unía no era un interés filantrópico o banal. Unidos por una común voluntad de encontrarnos y compartir, por un anhelo común de reconocer al otro y responder humanamente.
Los chic@os del instituto, los de bachillerato principalmente y algun@s, de extraordinaria actitud, de otros cursos, han trabajado para que otr@s chic@os puedan acceder a algo de lo que a nosotros realmente nos sobra. Han dedicado tiempo y esfuerzo en beneficio de gente que no conocen, de personas lejanas pero que, de alguna manera, han sentido cercanas en la necesidad a la que han respondido sus corazones.
Me gustaría poder estrechar cada una de esas almas solidarias que, por encima de la oferta nihilista y edonista de la estructura social, han alcanzado a reconocer en el más sufriente el rostro de Aquél que algún día les ofrecerá la plenitud de la felicidad y el amor.
Gracias a tod@s de corazón.
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Alfonso Luis -
rm -